Su actitud, burlona y despectiva frente a lo literariamente establecido, chocó en algunos casos contra lo que entonces se consideraba de buen gusto, y no faltaron los que desestimaron sus páginas. “Después de leer La vida del ahorcado nos queda una sensación, una sensación, sí, admirativa a medias, a medias repelente”, escribe Joaquín Gallegos Lara. Pero muchos más entendieron con asombro la magnitud de su audacia innovadora en el campo del cuento y la novela, armada de un humor difícil de clasificar, “humorismo puro” según Benjamín Carrión, y reconocieron en él al inventor de una nueva manera de narrar, “desacreditando la realidad” y de espaldas a todo lo que se venía haciendo. Por eso Pareja Diezcanseco le atribuye “destellos geniales”.
Así, uno de los críticos más brillantes reconocidos de este tiempo, el uruguayo Jorge Ruffinelli, escribe sobre esta obra,
Nos podemos fijar en estas opiniones diversas, realizadas por críticos de textos y literatos mismos, y tendremos como conclusión que Pablo Palacio sin duda es capaz de innovar todo esquema impuesto como canónico en los textos de sus tiempos.
En realidad me parece muy interesante leer a Palacio debido a que hizo verdaderos cambios en la literatura ecuatoriana y tiene un estilo demasiado importante porque en esta novela fue capaz de burlarse completamente de la realidad y el ella la representación de lo establecido tanto literariamente como sociológicamente.
Juan Méndez B.
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