Narrador y ensayista ecuatoriano. Abogado y profesor de filosofía, su vida relativamente breve, su obra precoz, su militancia en el socialismo, sus posturas inconvencionales y su demencia final, arrojan sobre su biografía unas penumbras novelescas. En una época en la cual dominaba el realismo social, la literatura indigenista, Palacio opta por la desintegración de las formas, la parodia y el gusto por lo extravagante, lo marginal o lo monstruoso, propios de ciertas actitudes de las vanguardias. Un catálogo relativamente breve nos lleva desde los relatos de Un hombre muerto a puntapiés (1927) a las novelas Débora (1927) y Vida del ahorcado (1932), completado por unos cuantos poemas. Las novelas de Palacio, muy cercanas a los experimentos del argentino Macedonio Fernández y a las "novelas falsas" del español Ramón Gómez de la Serna, ofrecen la irónica y desconcertante experiencia de un relato sin personajes ni argumento propiamente dichos, que algunos críticos engloban en la llamada "antinovela
Para reconocer lo importante que fue este escritor en nuestro país, me parece que debemos conocer un poco de su vida y su trayectoria como ensayista y novelista.
2/19/2008
Pablo Palacios
Juan Mèndez.
Publicado por
critica literaria
en
martes, febrero 19, 2008
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