2/09/2008

¿Quién es Pablo Palacio?

Cada cierto tiempo uno escucha esa pregunta: ¿Quién es Pablo Palacio? Y luego viene una explicación estupenda sobre por qué hay que conocer a este escritor desconocido. La pregunta se la hace ahora, y la contesta Pablo Gianera, dice que "Lo más notable son los cuentos y, sobre todo, dos de ellos: "Un Hombre muerto a puntapiés" y "Luz Lateral", que la crítica explicó cómodamente como efecto colateral de la sífilis del autor . En el primero, un individuo lee en el diario una noticia policial y se propone indagar, siguiendo un método enteramente inductivo (he aquí la gracia del cuento), los motivos por los que un hombre fue asesinado a puntapiés. De una extravagancia radical, el relato que se arma es el relato sobre el modo de escribir un cuento, sobre los modos en los que un dato mínimo puede disparar una ficción. En el segundo, la percepción irritada de un detalle mínimo se agiganta hasta la exasperación: el marido ya no tolera que su esposa incruste en sus parlamentos la expresión "¡claro": "Sabes que yo no voy a poder salir porque? ¡claro! me siento un poquito indispuesta". El tono general haría pensar en la vertiente más kafkiana de Virgilio Piñera, si no fuera (¡claro!) porque Palacio, por una simple imposibilidad cronológica, no leyó a ninguno de los dos. Vida del ahorcado, subtitulada como Novela subjetiva, tiene además uno de los comienzos más memorables, incómodos y tristes que se hayan escrito: "Ocurre que los hombres, el día una vez terminado, suelen despedirse de parientes y amigos y, aislándose en grandes cubos ad-hoc, después de hacer las tinieblas se desnudan, se estiran sobre sus propias espaldas, se cubren con mantas de colores y se quedan ahí sin pensamiento, inmóviles, ciegos, sordos y mudos. Ocurre también generalmente que estos mismos hombres, transcurrido ya cierto tiempo, de improviso se sienten vueltos a la vida y comienzan a moverse y a ver y a oír como desde lejos. Ya cerca, un mínimo número de esos mismos hombres introducen sus pellejos en agua, bufan, tiritan y silban. Luego ocultan todo su cuerpo en telas especiales, dejando fuera sólo sus aparatos más indispensables para ponerse en relación con sus vecinos y abandonan esos grandes cubos, con los párpados hinchados y amarillos".
artículo subido por: andrés salazar http://notasmoleskine.blogspot.com

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